EL CUERPO IMAGINADO DE LAS VOCALES DE J.M. CALLEJA |
Gustavo Vega
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La actividad poético-visual de J.M.Calleja abarca tanto los ámbitos de la poesía visual bidimensional, como los de la poesía objetual, la instalación y la acción. Sus creaciones unas veces se fundan en la metáfora, pero otras en las analogías y referencias de las formas de sus elementos componentes. Así, las letras, entre sus manos -y sobre todo las vocales-, en ocasiones pierden su condición de vehículo de significaciones fónicas -del todo o parcialmente- y se convierten en signo de otras cosas. Su método consiste –generalmente- en mostrar algunas de las posibles analogías de las formas de los cuerpos de las letras y las formas de los cuerpos de los otros seres que pueblan el universo. Así, por ejemplo, una letra “a” escrita en forma de redondilla, se convierte en imagen antropomórfica ante los ojos del poeta. Su seno es una redonda barriga preñada de fantasías. Pero la letra “a” es la primera letra del abecedario –y letra primera de amor, de abrazo, de ansia…-. Es la letra que abre el universo de la palabra –el mundo sólo es cosmos cuando la palabra lo nombra, lo ordena, y el abecedario puede ser visto como símbolo del decir, del lenguaje que nombra-. Pero la vida es una cadena breve de instantes breves, y lo que gesta el humano lenguaje son sólo mariposas efímeras(1). Y la vida, que es un ir siendo al mismo tiempo regreso, es expresada como una doble unidad cuando la letra “a” vuelve sobre sí misma e incorpora, para más aclarar el concepto, un billete de trayecto simple en su seno. Es la idea de un eterno retorno que puede contemplarse en los movimientos cíclicos de un cosmos más o menos amplio, que es siempre breve cuando se hace vivencia en el ser humano(2). Pero invertida la “a” parece una “e”. Y, juntándolas –como hace J.M.Calleja- se erotizan ante su mirada y, manantial de cuerpos, se “en-tú-siasman”, se entremezclan como astros feroces –universal correspondencia de contrarios, reflejo de nuestra original identidad-, y su existencia se transforma en un instante de placer(3). Y la “e” es una ¡eh?! que mira en su alrededor e indaga, y como un ser recién llegado al mundo. Como un infante que pone de manifiesto nuestra natural tendencia a ver, a conocerlo todo, a engullirlo todo, se traga el mundo con su boca abierta y lo almacena en su cráneo. En un cerebro que es escritura, que está conformado por enigmáticos grafismos(4). Y la “i” es una conjunción copulativa, el nexo que une un decir y otro decir. Juego mortal de la existencia, J.M.Calleja muestra esta letra coronada con la mirada opaca de una calavera, por el enigma de una existencia que fue, de una existencia que empieza. Morir, vivir, las dos caras de una misma realidad, de una misma irrealidad, de un mismo decir. Por ello, entre un decir y otro, la letra “i”. Conjunción copulativa, o tatuaje, máscara. La “i” es vista también por el autor como rostro o máscara. Como identificador personal de un ser que es vida y al mismo tiempo muerte. Persona viene del latino per sonare o del griego prosopon –que viene a ser lo mismo-, la máscara que identificaba a los personajes en la representación del teatro del mundo, de la vida. Y la “i” cumple en la obra de J.M. Calleja tal papel identificador, personalizador(5). La “o” llena todas las cavidades. Destruidos los discursos y las significaciones, nos introduce como un mantra al mundo del silencio, de la pura vibración: ommmmm, ommm, omm, o…, de la música sin tiempo. O…, omm, ommm, ommmmm… para volver de nuevo a la palabra. Sentido último del poetizar: desvelar como todo está en todo, y todo es pleno, hueco… como una “O” que ocupa todo el cuerpo del instrumento –vehículo para mover el espíritu, para transcender la prosa del instante-(6). La “u” es la letra última o abismo final del mundo de las vocales. Una silueta de mujer se asoma al abismo. La luz, como el pensamiento, a veces se precipita. Pero nuestra mirada se resiste –la silueta hace de contrapeso visual al precipicio- aunque sepamos que la muerte siempre está dispuesta a transformar la vida. Aunque sepamos que la muerte nos piensa con su rostro de vértigo y su tristeza(7). Río de transformaciones, lugar de desapariciones y de apariciones, la “U” puede invertir su significado y convertirse en puente, en substrato del que surgen nuevas ramificaciones, un nuevo vocabulario para dar sentido al mundo, nuevas significaciones, nuevos cosmos(8). Pero J.M.Calleja no escribe sólo con vocales. También lo hace con consonantes y con otras muchas de las cosas que pueblan el universo: con objetos personales como lápices(9), relojes, tijeras(10), peines(11), llaves…, o con objetos no tan personales pero que están ahí esperándonos siempre: caminos, caracolas abandonadas…, o con objetos íntimos, tan íntimos como un esqueleto. Como ese esqueleto que llevamos oculto y que nos sueña(12). 1 The first (1998) |
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Texto del catálogo Vocales & Objetos Personales. Centro Cultural La Caraba. Barakaldo 2001 |