J.M.Calleja

La veu dels déus

LA VEU DELS DÉUS

LA VEU DELS DÉUS
Pati Manning.CERC, Barcelona 1991

LA VEU DELS DÉUS


Materiales:
Espejo de 3,70 metros de diámetro y 52 cubos de zinc con agua.

Colaboración: Alex Martínez (música).

Ayudante técnico: Jaume Simon.

LA VOZ DE LOS DIOSES
Pilar Parcerisas

Entre la poética y la plástica, J.M. Calleja ha escogido la vía intermedia, la que tiene sus orígenes en la poesía visual y acaba en la instalación plástica. Cambiar el significado de las cosas, alterar la mirada entre lo real y lo imaginario, codificar nuevamente los sonidos, las imágenes de siempre y de todas las civilizaciones son funciones del poeta y del artista.

Los trabajos de Calleja siempre se han caracterizado por estas inquietudes y por una reflexión sobre el espacio, el tiempo y los elementos materiales.

En La veu dels déus utiliza el agua y el sonido, constantes poéticas de trabajos anteriores. En Concert 19.Opus 84 utilizó como música el sonido del mar. Un hecho casual como el goteo del agua es el punto de partida de esta especie de impluvium de J.M.Calleja, ahora presente en medio del magnífico Pati Manning.

Un gran espejo simboliza un pozo central abierto a la generosidad de la lluvia, donde se refleja el cielo y las nubes. A su alrededor, círculos concéntricos con cincuenta y dos cubos llenos de agua constituyen a la vez círculos del tiempo y el aprovechamiento de la lluvia. El chim-chim y el goteo constante de una lluvia que resuena en nuestros oídos por todo el claustro del patio nos recuerda, una vez más, la dimensión inmaterial de un elemento material por excelencia: el agua, que da vida y fertiliza.

El artista toma el pozo como extensión de esta “voz de los dioses”, que prodiga energía. El pozo como símbolo de las aguas dormidas, donde se encuentran las aguas superiores con las aguas inferiores. Tampoco hay que olvidar las alusiones al circuito “lluvia-tierra-aire-nubes-lluvia” y al hecho mágico de la evaporación.

El poeta juega con la metáfora y el simulacro. El espejo como sustituto del agua, como pantalla de un espacio infinito, inconmensurable, y convierte la instalación en un homenaje a la naturaleza y a su capacidad de transformación material y simbólica.

En la instalación de J.M.Calleja, se intuye otro elemento importante: el tiempo, como ciclo vital de la naturaleza y de los hombres y, también, la dimensión incontrolable del azar. La lluvia aparece como un hecho azaroso y mítico a la vez, que coge una dimensión sagrada cuando vuelve a iniciarse. Cada vez que llueve significa que un nuevo ciclo se inicia. En les diferentes culturas, el agua o la lluvia tienen una veneración popular, tanto en los aspectos benéficos como, en ocasiones, destructores. Danzas y canciones populares han celebrado la llegada de la lluvia, mientras que una gran cantidad de exvotos hacen referencia a la fuerza arrasadora del agua; hasta hoy día, las modernas y televisivas previsiones del tiempo responden a la inquietud del hombre interesado por los caprichos de la naturaleza, sobretodo de la lluvia.

Los círculos de agua de la instalación de J.M.Calleja me han hecho recordar otra idea temporal también vinculada a la lluvia y a la predicción del tiempo. Recuerdo el pronóstico de la cebolla que durante algunos años de mi infancia había celebrado ritualmente: cada fin de año se dejaban a la intemperie doce cazoletas con cebollas, según un orden que correspondía a los meses del año. Al día siguiente, las cazoletas que aparecían más llenas de agua indicaban los meses que serían más lluviosos.

La propuesta de Calleja me sugiere esta y otras muchas cosas y preserva la condición material del agua como elemento natural, capaz de desencadenar en los hombres las manifestaciones y reacciones culturales más diversas. La “voz de los dioses”, no es aquí la ira o el castigo, sino la energía y la voz benefactora de la naturaleza, expresada desde la metáfora poética y plástica.

Texto del díptico La veu dels déus. Pati Manning.CERC. Barcelona 1991